Hace casi tres años y en un contexto diferente, leí una frase, en un post de Alvaro Ezcurra, docente de Humanidades de la PUCP, que ingresó rauda a mi memoria a largo plazo y se coló en mi corazón: Podemos tener fe en que estos jóvenes peruanos, con las ideas claras y el corazón caliente, nos seguirán enseñando que no solo los tenemos que escuchar. Tenemos que aprender de ellos. Tenemos que caminar con ellos y agradecerles.
Esa frase vino hoy a mi mente, mientras participábamos de la sesión de co-creación con 20 estudiantes de Áleph School que a fines de este año dejan las aulas escolares (en realidad estaba en la punta de mi lengua desde ayer en que compartimos nuevamente con Sol y Eliza y ahora también con Marcelo, en el aula azul del Arco Iris). Ellos son exactos para el mundo en que vivimos. Son únicos, irrepetibles y geniales. Parece que vivieran “en su mundo”, pero viven en “nuestro mundo” (y un poco por delante nuestro), en el que, desde ya, están construyendo con gran diligencia y más inteligencia, el del futuro.
Particularmente, tenía curiosidad por conocer sobre su investigación y el propósito de venir a nuestra Escuela y a la Fundación de la que somos parte. Nos visitaron en junio. Compartimos momentos en el aula: Los niños los amaron como sólo ellos en su corazón urubambino y envueltos del espíritu de la Fundación saben amar… desde el primer instante. Aquella vez nos dejaron muchos recuerdos y nos acompañaron en el proyecto que teníamos en curso. Quedaron con nosotros, plasmados en vidrio y MDF, los colores de la vitalidad que trajeron y combinaron con la gran energía de nuestros niños y en nuestro interior, el cariño intercambiado.

Y volvieron hace un par de días. El lunes nos presentaron la línea de su investigación y nos mencionaron algunas de sus propuestas. Fue interesante conocerlos más allá de una “visita”. Y motivadora, la propuesta de la co-creación, programada para hoy miércoles.
Ayer estuvieron en clases, con cada una de las aulas de nuestra escuela. Creo que su presencia se vivió de manera más cercana y cómplice esta vez, si eso es posible. Los niños los esperaban con los brazos y el corazón abierto. Y ellos llegaron directo a encajar en esa calidez. Es emocionante y alentador, para quienes estamos aprendiendo día a día a ser maestr@s, ver como estudiantes de edades diferentes (infantes, niños, púberes y adolescentes), de dos escuelas distantes, diversas, pero afines en esencia, se reconocen, recuerdan, reciben, entregan, comparten y disfrutan juntos:
Es gratificante, ver la cercanía que se logra en un breve tiempo compartido, cuando hay la voluntad de dar y el deseo de recibir. En el aula de quinto grado, quedamos muy contentos con los aportes que trajeron a nuestro proyecto y agradecidos del interés y tiempo que se tomaron para prepararlos, para acompañar una mañana intensa de nuestro proceso y de compartir los recuerdos del detonante de nuestro actual proyecto: el viaje de estudios a Machupicchu, ese que ellos harán mañana.
Hoy volvieron a compartir con nosotros. Estuvieron en la clase de inglés y luego nos acompañaron a hacer almácigos para nuestra TINI 2.0, la que soñamos y en la que estamos, al fin, trabajando. Seguro que cuando germinen las semillas y las plántulas tomen fuerza, los niños del aula azul, recordarán con una sonrisa cálida a sus amigos de Áleph, que se pusieron manos a la obra, junto con ellos.
Hoy por la tarde, luego que todos los colores del Arco Iris marcharan a casa, nos reunimos con estos jóvenes investigadores, su tutor, su asesor, nuestros colegas y personal de la Fundación. Conocimos más y valoramos mejor, el propósito y lo avanzado hasta hoy de su investigación; el razonamiento abductivo que han llevado a cabo; el propósito de construir desde las limitaciones y la mirada enfocada en la acción que nos presentaron.
Luego de las recomendaciones metodológicas que nos brindaron y que dos estudiantes, en nuestro caso, Ainoa y Kenzo, se integraran a cada grupo, todos los equipos, nos sumergimos en el proceso creativo. Ellos nos orientaron, contribuyeron y nos acompañaron a conocer nuestro interlocutor-objetivo, a identificar nuestro valor principal y a plantear nuestra Storyboard para difundir la acción de la Fundación y la Escuela, que con su investigación han establecido, requiere reinventarse en sus estrategias para lograr mayor alcance. Ainoa fue muy clara y elocuente, Kenzo ilustró, con paciencia y buen humor, nuestras ideas.
Los equipos luego, presentamos nuestras propuestas con convencimiento y pasión; escuchamos atentamente; expresamos nuestras dudas; aportamos; planteamos temas que hemos aprendido y aprehendido en el diario vivir en nuestra institución y que a veces dejamos postergados entre planificaciones, proyectos, acciones y horas que no nos alcanzan para la demanda de la escuela y el aula.
Creo que todos nos entregamos a la experiencia de la co-creación y nos dejamos inspirar por la empatía, por la claridad de objetivos y por la propuesta de estos estudiantes de sonrisa confiada (gracias a su energía y el soporte y la conexión evidente con su tutor) y contagiosa. Nos comunicamos, expresamos lo que hemos aprehendido, sabemos y queremos para nuestra institución y co-creamos, gracias a unos mediadores que tienen la mitad de la edad que los más jóvenes de nuestro grupo y nos brindaron el impulso que necesitábamos y agradecemos.
Recordé entonces de los tiempos de la universidad, la pregunta que hacía Menón: Sí, Sócrates, pero ¿cómo es que dices eso de que no aprendemos, sino que lo que denominamos aprender es reminiscencia?...
Creo que, en esta situación particular, la reminiscencia está en el reconocimiento en nuestra alma de maestr@s, de las emociones tan parecidas y comparables que sentíamos cuando éramos, como ellos ahora, jovencísimos estudiantes de secundaria, en pos de cambiar el mundo. Así, nos expresamos y aliviamos al hacerlo en este grato intercambio, disfrutamos de las sonrisas sinceras (al identificarse con las palabras de cierre de Marco, su tutor) de los jóvenes estudiantes frente a nosotros, de turno en la construcción del futuro.
Hoy, como cada día, es esa reminiscencia (aprendizaje), la que nos da una vez más, la gran satisfacción de ser maestr@s.
Gracias Ainoa, Alejandro Puyo, Alejandro Seminario, Alicia, Ariana, Ariela, Celeste, Cristóbal, Elisa, Gabriel, Isabella, Joaquin Castro, Joaquín Landaure, Kenzo, Marcelo, Mariano, Martina, Sebastián y Sol, por compartirnos hoy, su visión de presente, de futuro y sus ganas de construir un escenario mejor para vivir nuestros sueños y los de nuestros niños del Arco Iris.
La maestra Cecilia ha encontrado las palabras y el hilo entre ellas para describir esta secuencia de momentos, haciéndolo desde los ojos de un maestro que se acompaña y acompaña. Increíble texto 📑.